Hoy, la base del tiempo científico es un conteo continuo de segundos basado en relojes atómicos alrededor del mundo, conocido como Tiempo Atómico Internacional.
Los átomos de uranio se parecen lo suficiente a los de circonio como para, en ocasiones, colarse y ocupar el sitio del circonio en la estructura cristalina del mineral cuando aún se está formando.
Así que a pesar de todos los intentos de la Tierra de ocultarnos su edad, la datación de uranio-plomo de pequeños pedazos de circonita nos dice que nuestro planeta se formó como mínimo hace 4400 millones de años.