La señora Bennet estaba ciertamente demasiado sobrecogida para hablar mucho mientras sir William permaneció en la casa; pero, en cuanto se fue, se desahogó rápidamente.
Así, pues, avanzando a gatas como para sorprender a un furtivo, había apresado a la presente pareja en el momento en que se abandonaba a sus instintos.
En esta lección os quiero hablar sobre una fiesta con la que podréis deshaceros de todo el estrés que habéis acumulado hasta el momento arrojando tomates a diestro y siniestro.
Era tal el desorden, que Fernanda se exasperaba con la idea de que muchos comían dos veces, y en más de una ocasión quiso desahogarse en improperios de verdulera porque algún comensal confundido le pedía la cuenta.