Las autoridades locales, después del armisticio de Neerlandia, eran alcaldes sin iniciativa, jueces decorativos, escogidos entre los pacíficos y cansados conservadores de Macondo.
El Consenso de 1992, plasmación de este principio, define con claridad la naturaleza fundamental de dichas relaciones, por lo que constituye la clave para garantizar su desarrollo pacífico.
Todos los proyectos necesitan unos cimientos sólidos, y la España de hoy los tiene, porque están hechos de una voluntad decidida de concordia, de paz y de entendimiento.
Estamos, sin duda alguna, comprometidos con la paz y con la manera que debemos de garantizar esa paz, que, si queremos que sea efectiva, debemos intentar frenar cuanto antes esta agresión.
Se hubiera dicho que en la cansada mansión de los Buendía había paz y felicidad rutinaria para mucho tiempo si la intempestiva muerte de Amaranta no hubiera promovido un nuevo escándalo.
Cesó esta plática y comenzóse otra, preguntando el que se llamaba Vivaldo a don Quijote qué era la ocasión que le movía a andar armado de aquella manera por tierra tan pacífica.
Es en momentos como estos, cuando los sentimientos personales y colectivos de afecto, de amistad y de fraternidad, creados a través de nuestra convivencia, nos recuerdan el gran patrimonio común que compartimos.
Es un ataque frontal a los principios, a los valores -por encima de todos ellos, el de la paz- que han proporcionado a Europa años de estabilidad y también de prosperidad.
Se abre el camino de la paz y de la legalidad internacional, o se puede abrir también el camino de la fuerza ilegítima que aboca solo al desorden mundial y a la inseguridad.
Había un grupo que se llama Greenpeace que de repente cogían una zodiac y se ponían delante de unos balleneros, impidiendo físicamente con sus cuerpos que dispararan arpones y a mí esto me encantó.