En tanto que don Quijote estaba diciendo lo que queda dicho, se le había caído a Cardenio la cabeza sobre el pecho, dando muestras de estar profundamente pensativo.
Entonces se quedó pensativo e inquieto y, olvidando las reglas de urbanidad y de buena crianza, sacó una mano del bolsillo y se rascó largo rato la cabeza.
Mucho corría Pinocho, pero el perro corría más. La gente se asomaba a las ventanas y se arremolinaba en el camino, ansiosa de ver el resultado de aquella feroz persecución.
Iba Zoraida, en tanto que se navegaba, puesta la cabeza entre mis manos por no ver a su padre, y sentía yo que iba llamando a Lela Marien, que nos ayudase.
Bernarda le hizo bajar la cabeza al alcance de ella para examinarle la dentadura, y la perturbó el hálito de amoníaco de sus axilas. Los dientes estaban completos, sanos y bien alineados.
Pronto mi caballo fue sobrepasado casi totalmente por las aguas, yo comencé a mecerme sin sostén, mis pies se afanaban al garete mientras la bestia pugnaba por mantener la cabeza al aire libre.
En cierta ocasión una bonita flor levantó su cabeza sobre el césped; pero al ver el cartelón se entristeció tanto pensando en los niños, que se dejó caer a tierra, volviéndose a dormir.
Ellos no entendían una palabra de lo que él les decía; pero eso no importaba, porque ladeaban la cabeza y tomaban aire serio, lo cual vale tanto como entender y es mucho más fácil.