La razón de ello es que el compromiso de las mujeres sigue estando centrado en la vida privada y familiar y el compromiso en actividades culturales y educacionales.
La certidumbre de que por fin peleaba por su propia liberación, y no por ideales abstractos, por consignas que los políticos podían voltear al derecho y al revés según las circunstancias, le infundió un entusiasmo enardecido.