Para esto usarán sus garras afiladas y semis retráctiles, similares a las de un gato, y también sus colas peludas como lastre para mantener el equilibrio.
Tenían la forma de los dedos de un hombre cuando se crispaban como garras. Eran casi tan largos como los dedos del viejo y tenían filos como de navajas por ambos lados.
Algunos árboles (mayormente coníferas de hoja perenne como los pinos o las píceas) usan sólo esta técnica y mantienen sus afiladas hojas descongeladas durante todo el año con un anticongelante super fuerte.
Como el agua se expande cuando se congela, los bordes afilados de estos cristales hacen agujeros a través de las paredes de las células y cuando la comida se descongela, el fluído se escapa...